La historia de Chase Britton conmueve y fascina. Este niño, de casi cinco años, carece de cerebelo, pero eso no le impide estar aprendiendo las mismas cosas que otros niños, un poco más lentamente.…
Heather y David Britton no lo han tenido fácil últimamente. Antes de tener a nuestro protagonista, nació prematuramente Trey, quien solo logró vivir seis semanas, La pareja lo intentó de nuevo y fueron a por Chase. Cuando nació, también con adelanto, el bebé Chase fue declarado ciego.
Al buscar la causa de sus atrasos, los médicos encontraron que carecía de cerebelo: esa parte del cerebro que controla las habilidades motoras, el equilibrio y parte de la percepción sensorial.
Una lesión en el cerebelo impide sentarse erguido, mantenerse de pie o andar. Sin embargo, Chase desafía todos los estudios neurológicos: tiene algo más de cuatro años y medio y ha aprendido a sentarse; se desplaza con ayuda de un andador, está aprendiendo a caminar, utiliza lápices y tijeras en la escuela preescolar a la que acude y no para de sorprender a diario a su hermano mayor (13), padres, profesores y médicos.
“Su historia no es trágica”, decía la mamá a los medios hace pocas semanas: cuando ves a estas dos personas hablar sobre su hijo y sus progresos, comprendes parte del milagro. Creo que hay que ser de espíritu muy fuerte para llevar adelante a un niño con estos problemas. Ellos demuestran serlo, sin duda. No sólo no se han rendido a las evidencias y los dictámenes médicos, sino que forman una red de apoyo, estímulo y amor para el niño. Chase quiere aprender y progresar, pero sin la confianza que su familia le presta a diario ¿habría podido conseguir tantos avances?