Wednesday, October 27, 2010
POSIBLE EXPLOSIÓN SOLAR EN 2013
Un pequeño grupo de manchas negras embebidas en el gigantesco y ardiente Sol traen de cabeza a los astrónomos. Cada cierto tiempo, a nuestra estrella le empiezan a salir estos lunares, que enfurecen y lanzan al espacio una enorme cantidad de radiación que golpea la Tierra.
Las manchas solares son signo inequívoco de un aumento en la actividad magnética del Astro Rey. Y cuando el Sol despierta, los problemas empiezan a multiplicarse.
Los científicos de la NASA han advertido sobre la posibilidad de que en 2013 nuestra estrella se enfade y escupa hacia la Tierra 10.000 millones de toneladas de plasma que viajarían por el espacio a la vertiginosa velocidad de más de 2.000 kilómetros por segundo . Tanto es así, que en tres días y medio la nube de gas ionizado, también conocida como gran eyección de masa coronal (CME), llegaría a la Tierra y provocaría una tormenta geomagnética que alteraría los campos eléctricos y sembraría el caos.
Sucedió una vez
La única gran tormenta de estas características registrada hasta el momento sucedió en 1859. Dejó buena cuenta de ello el astrónomo Richard Carrington, y por eso se conoce con el sobrenombre de Evento Carrington. El británico de 33 años estaba estudiando un grupo de manchas solares cuando, según relató en un artículo para la Royal Astronomical Society, notó que se formaban encima de las manchas negras dos pequeñas lágrimas blancas. Tan extraño y emocionante era el evento que avisó a alguien para compartir la alegría y, de paso, tener algún testigo. Tardó menos de un minuto, y cuando miró de nuevo por el telescopio, la mancha había vuelto a cambiar de forma. Después, desapareció.
Al día siguiente, antes de amanecer, las auroras boreales que solo suelen suceder en las zonas cercanas a los polos se multiplicaron por todos los puntos del planeta. Además, las líneas de telégrafo, el principal medio de comunicación de aquella época, se estropearon y algunos operarios sufrieron descargas eléctricas mientras trabajaban. La electricidad inducida por el evento era tan alta en el ambiente que, aunque desconectaran las líneas de telégrafos, estas seguían emitiendo mensajes.
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