La Tierra ya tiene fecha precisa de caducidad, como los yogures: 7.590 millones de años a contar desde ahora. Ese será el momento en que nuestro planeta desaparecerá tragado como una galleta por un Sol convertido en una estrella gigante roja, que perderá un tercio de su actual masa pero expandirá la restante como un globo. Engullirá a Mercurio y a Venus como aperitivo de la Tierra. Eso dicen dos astrónomos, Klaus-Peter Schröder, de la Universidad de Guanajuato en México, y Robert Connon Smith, de la Universidad de Sussex en el Reino Unido.
UNA BOMBA ATÓMICA
El Sol se formó hace poco más de 4.500 millones de años a partir de nubes de gas y de polvo que contenían restos de anteriores estrellas. De sus componentes metálicos iniciales salen los planetas y los asteroides y otros cuerpos celestes del Sistema Solar. El Sol es una bomba atómica. Quema átomos de hidrógeno y los transforma en helio. Ahora estamos en la edad de oro de la quema de hidrógeno, que se mantendrá estable otros 5.500 millones de años. Cuando las capas de hidrógeno empiecen a agotarse, se desencadenará la fatídica transformación en gigante roja. Entonces el Sol será 256 veces más grande que ahora y 2.730 veces más luminoso. Pasará alrededor de mil millones de años más expulsando gases, aumentando de tamaño y desarrollando un terrible apetito de planetas antes de desprenderse de su envoltura gaseosa, comprimirse y quedar como melancólica enana blanca.
Pero los problemas empezarán mucho antes. Que la Tierra tenga fecha oficial de caducidad para dentro de 7.590 millones de años no significa que sea habitable hasta el último día. Dentro de «sólo» mil millones de años, el Sol, que desde que se formó ha incrementado un 40% su brillo, lo habrá aumentado otro 10%. Entonces los océanos terrestres empezarán a hervir y a evaporarse como el agua de una tetera gigantesca. Y ése será sólo el principio de un largo proceso terrible. La Tierra acabará chamuscada, despedazada y, en definitiva, invivible para cualquier ser mucho antes de causar baja del Sistema Solar.
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